24 de febrero de 2010

La gerencia ética

Mahatma Gandhi, quien puso de rodillas al Imperio Británico con el peso de sus ideas y no con el peso de su espada, decía que hay siete cosas que nos pueden destruir, a saber, Riqueza sin trabajo, Placer sin Conciencia, Conocimiento sin Carácter, Comercio sin Moralidad, Negocios sin Ética, Ciencia sin Humanidad, Religión sin Sacrificio, Política sin Principios. Como podrá notar el lector, todas estas cosas están relacionadas con valores sociales actualmente aceptados como “normales”.

Pero hay que aclarar que por ser valores sociales en ningun modo quiere decir que están basados en principios. Un principio es una ley natural, universal, autoevidente y siempre efectiva (Covey,1995). En contraste, un valor social es aquella práctica o creencia a la que un grupo dominante de la sociedad le atribuye importancia o prominencia, haciéndolo un modelo para la mayoría. Como la ética está basada en principios y no en valores sociales, el antídoto para estos “Pecados Capitales” es hacer evidente el compromiso con actitudes basadas en principios y leyes naturales, y no en valores sociales.

El Dr. Stephen R. Covey, autor de libros como Los Siete Habitos de las Personas Altamente Efectivas y Liderazgo Centrado en Principios, ha trabajado sobre los “pecados capitales” mencionados por Gandhi, desarrollando algunas reflexiones de las cuales citaremos algunos ejemplo para recalcar la naturaleza nociva de los valores sociales (y comerciales) que han estado cobrando popularidad progresiva, especialmente en el mundo empresarial, y a la vez promover el fin de este artículo: No es necesario engañar para triunfar. Me refiero a los “pecados” de Riqueza sin trabajo, Comercio sin Moralidad, y Negocios sin Ética.

Según el Dr. Covey, Riqueza sin trabajo se refiere a la “práctica de lograr algo a cambio de nada. Eludir trabajar para producir un valor agregado, hacer dinero sin pagar impuestos, beneficiarse de programas gubernamentales sin asumir una justa porción de las cargas financieras, disfrutar de los privilegios de ser ciudadano de un país o parte de una empresa sin asumir ninguno de sus riesgos o responsabilidades”.

Covey continua diciendo que “solo se cosecha lo que se siembra y se cuida durante su crecimiento”, y aplica este conocimiento afirmando que la justicia y el juicio son inevitablemente inseparables. Asi que en la medida en que el ejecutivo se aleja de los principios y leyes naturales, su capacidad de juicio es afectada en forma adversa.

Muchas organizaciones con problemas han seguido un patrón en el cual sus ejecutivos se han alejado de estos principios naturales y caído en la fácil tentación de oírse a sí mismos, a construir de más, pedir prestado de más, y especular de más; alejándose de los principios conservadores de sus fundadores quienes se mantuvieron apegados a lo fundamental, manteniendo sus empresas pequeñas, flexibles, manejables, y libres de deudas.

Por otro lado, Comercio sin Moralidad, Negocios sin Ética se refiere a olvidar o ignorar lo esencial de los fundamentos morales del sistema comercial y empresarial. De hecho, en su libro Sentimientos Morales, que precedió a La Riqueza de las Naciones, Adam Smith explicaba cuan esenciales son dichos fundamentos morales. Fundamentos como el espíritu de benevolencia, servicio y contribución. Si se ignoran estos fundamentos y se deja que los sistemas económicos operen sin ellos, pronto emergen sociedades y negocios amorales, y hasta inmorales. ¿Acaso no es esto lo que nos estamos acostumbrando a ver en la cotidianidad actual?

Sobre este “pecado” anti-ético, Stephen Covey afirma que cada transacción comercial y/o decisión gerencial es un reto moral que debe buscar la equidad entre las partes involucradas. Covey asegura: “Cuando Ud. oiga que “la mayoría” de las transacciones comerciales son morales, ello significa que algo está sucediendo en el fondo que queda escondido, disfrazado, secreto. Para justificar dichas actitudes, la gente usa racionalizaciones y mentiras para convencerse de que no es necesario ajustarse a leyes naturales”. Entonces la conciencia es cauterizada por el racionalismo complaciente y se pierde todo sentido de moralidad y ética. El falso razonamiento de que “todo el mundo lo hace” llega a gobernar la conducta colectiva.

No hay almohada más cómoda que una conciencia tranquila.
Cualquier gerente que se enfrente decisiones éticas necesita primero examinar la situación desde diferentes puntos de vista, para estar conciente de sus opciones y de los motivos que originan sus intenciones. Necesita realizar lo que se ha llamado “Verificación Etica”, un auto-examen que consiste en tres preguntas que ayudan al gerente a aclarar las zonas grises de situaciones eticamente confusas (Blanchard, 1988). Estas tres preguntas son:

¿Es Legal? ¿Estaría violando alguna ley civil, comercial? ¿Va en contra de alguna política de la empresa?
¿Es equilibrada? ¿Es conveniente para todos los implicados no solo a corto plazo sino también a largo plazo? ¿Promueve relaciones ganar-ganar?
¿Como me haría sentir acerca de mí mismo? ¿Me haría sentir orgulloso? ¿Me sentiría bien si mi decisión u acción se publicara en el periódico? ¿Me sentiría bien si mi familia se entera?

A nuestro juicio, el entrenamiento constante en el uso de estas preguntas guiadoras desarrolla en las personas un sentido de responsabilidad consciente que conduce con el tiempo a patrones de conducta correcta, en hábitos de efectividad. “Y una vez se ha formado el hábito, la toma de decisiones es más fácil” (Covey, 1996).

Pero, ¿Como puede un gerente asegurar resultados aceptables de negocios, y a la vez demostrar compromiso con las prácticas éticas? A simple vista esta pregunta parece estar relacionada solo con la intensión de tomar las decisiones eticamente correctas. Sin embargo, el aspecto más dificil de la conducta ética no es solo decidir lo que es correcto, sino hacer lo que es propio.

Una persona de principios tiene que estar preparado para actuar de manera que sea consistente con sus propios valores personales, y a la vez en consistencia con los valores de la organización que representa. Por eso es vital que el gerente no solo dedique tiempo a defnir los valores que determinarán el límite para sus decisiones, sino que necesita ejercitarse en la práctica de cinco principios que lo capacitarán para hacer frente a los desafíos de un entorno racional anti-ético.

Los 5 Principios de la conducta gerencial Etica.

Propósito. Es verse a sí mismo como una persona confiable e Integra. Permitir que su sentido de conciencia sea su guia. No importa lo que pase, siempre es capaz de verse al espejo y sentirse bien respecto de sí mismo.

Orgullo. En el buen sentido de la palabra, sentirse bien respecto de sí mismo. No necesitar la aceptación de otros para sentir que está haciendo lo correcto. Desarrollar una adecuada auto-estima y no dejar que la opinión popular influya en su carácter.

Paciencia. Creer que las cosas irán eventualmente bien. No esperar que las cosas sucedan ahora mismo. Ir a su propio paso, no al de los demás.

Persistencia. Mantener su propósito, el fin en mente, sin importar la conveniencia circunstancial. Elcomportamiento es consistente con las intensiones. No someterse, pero tampoco rendirse.

Perspectiva. Reflexionar sobre los valores y principios personales y organizacionales. Mantener el enfoque y escuchar la brújula interna para ver el futuro de manera más clara.

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